La profesora de piano pisó la antesala toda recelosa y
encogida. Era su actitud habitual; pero aquel día la exageraba
involuntariamente, porque se sentía en falta. Llegaba
por lo menos con veinte minutos de retraso, […] cuando
el criado, patilludo y guapetón, le dijo, con la severidad
de los servidores de la casa grande hacia los asalariados
humildes:
–La señorita Enriqueta ya aguarda hace un ratito… La
señora marquesa, también.
No pudiendo meterse bajo tierra, se precipitó… Sus tacones
torcidos golpeaban la alfombra espesa, y al correr se
prendían en el desgarrón interior de la bajera, pasada de
tanto uso. Se detuvo para tomar aliento. Y, en el mismo
instante, oyó que la llamaban con acento cordial, afectuoso.
Era su discípula.
–¡Doña Consola! ¡Doña Consola! –repetía la niña, en el
tono del que tiene que dar una noticia alegre–. Venga usted…
¡Hay novedades! ¡Mamá, mamá, díselo pronto!…
–Dame tiempo… –contestó risueña la madre–. Doña
Consolación, figúrese usted que deseamos… Vamos a ver:
¿no tiene usted muchas ganas de oír Lohengrin1
?
–Yo… –la profesora se puso amoratada, que es el modo
de ruborizarse de los cardíacos–. Yo… ¡Lohengrin! ¡Ya
lo creo, señora! –prorrumpió de súbito, en involuntaria
efusión de un alma que hubiese podido ser artista si no
fuese de madre de familia obligada a ganar el pan de tres
chiquitines–. ¡Ya lo creo! Solo una vez oí una ópera… ¡y
hace tantos años ya! ¡Y Lohengrin! Se dice que lo cantan
divinamente…
–Bueno; pues se trata de que esta noche tenemos dos
asientos… Son dos butacas que le han enviado a nuestro
jefe –prosiguió la dama–, y yo no sé por dónde lo ha sabido
este diablillo de Enriqueta, que además ha averiguado
que el jefe no quiere aprovechar esas localidades ni para
sí ni para su hijo; ¡prefieren irse al Apolo2
!… Y ha sido su
discípula de usted quien ha pensado enseguida…
–¡Mil gracias, Enriquetita!… ¡Mil gracias, señora! –balbució
la maestra, ya recobrada de su primera emoción–.
Agradezco tanta bondad, y disfrutaría mucho oyendo la
ópera, que no conozco sino en papeles…; pero ni mi esposo
ni yo tenemos ropa…, vamos…, como la que hay
que tener para ir a las butacas del Real 3
.
–¡No importa! –gritó Enriqueta, que no renunciaba a
su benéfico antojo–. Mamá le da a usted un vestido bonito…
¿No lo dijiste? […]
–Sí, todo eso es verdad –confirmó la marquesa–. Y si
doña Consolación no tiene inconveniente…
La profesora no sabía lo que le pasaba. Ignoraba si era
pena, si era gozo, lo que oprimía su corazón enfermo y
mal regulado. Pero Enriquetita, tenaz, aferrada al capricho
bondadoso y a la diversión de la mascarada, insistía.
Dos horas después estaba vestida y peinada doña Consola.
Sobre su ropa blanca, perfumada, crujía la seda musgo
del traje, antiguo para la elegante marquesa, en realidad
casi de última moda, primorosamente adornado con
bordados verde pálido y rosas en ligera guirnalda; en la cabeza,
un lazo de lentejuela hacía resaltar el brillo del pelo
castaño, rizado con arte. Enriqueta bailaba de contento.
No hacía sino contemplar a su profesora y repetir:
–¡Si se ha vuelto tan guapa! ¡Si no parece la de los demás
días!
Bajaban la escalera interior doña Consolación y su consorte
para meterse en el cochecillo y apenas se atrevían a
mirarse; tan raros se encontraban, él de rigurosa etiqueta,
envarado, ella emperifollada, sintiéndose, en efecto, bonita
y rejuvenecida dos lustros… Al arrancar el simón4
, el
marido murmuró, bajo y como si se recatase:
–¿Sabes que me gustas así?
Y ella –pensando que al otro día iba a recobrar sus semiandrajos,
su traje negro, decente y raído, y que la vida
continuaría con los ahogos económicos y físicos, las deudas
y los ataques de sofocación al subir tramos de escaleras–
se echó en brazos de él y rompió en sollozos.
EMILIA PARDO BAZÁN
(fragmento).
El disfraz
1 Lohengrin: ópera del compositor alemán Richard Wagner.
2 Apolo: el teatro Apolo, donde se representaban zarzuelas y otras obras
de teatro popular con música.
3 Real: Teatro Real de Madrid.
4 simón: coche de caballos.
Actividades
1. Analicen el marco: ¿se presenta directa o indirectamente?
Fundamenten con ejemplos del texto.
2. ¿Qué datos de la protagonista nos permite conocer el
cuento? Expliquen y ejemplifiquen.
3. Relean la presentación de doña Consola vestida para la
ópera y expliquen qué tipo de descripción (panorámica,
parcial, dinámica o estática) es.
4. Anoten qué elementos hacen de “El disfraz” un cuento
realista.
5. ¿Por qué, según ustedes, el cuento se titula así?
Ficha Santillana